Con frecuencia la Propiedad Intelectual lleva a las personas a dos conclusiones polarizadas: (1) incentivo para crear; (2) obstáculo para privatizar.
Los del primer grupo, perciben a la Propiedad Intelectual como una herramienta para el desarrollo que les permite la realización del avance en la tecnológica, la ciencia y las artes. Gracias a su existencia y sus múltiples manifestaciones, los innovadores tienen a su disposición un instrumento para comercializar su innovación, a la vez de contar, en muchos de los casos, con la posibilidad de compartirla con el resto de la humanidad.
Los del segundo grupo, ven a la Propiedad Intelectual y en consecuencia a sus titulares, como los que impiden la libre circulación de la información y obstaculizadores del franco disfrute de las innovaciones. En su razonamiento se enfocan en los casos extremos en los que algunos titulares se han asistido de los puntos grises, propios en todos sistemas, para eternizar o extender ciertas protecciones legales.
La Propiedad Intelectual se materializa en obras e invenciones. Algunas obras, como las artísticas nos alimentan el espíritu. A la par, algunas invenciones como el bombillo eléctrico nos iluminar el hogar.
Para evitar sus vicios y disfrutar de sus virtudes, aprendamos a usarla.